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Posts Tagged ‘amor’

   Por la mañana, a través de las diminutas hojas del postigo del cuarto, se colaba la mezcla de aromas que ya después de 17 años se habían hecho muy característicos para ella. Era una combinación de naranja, albaricoque, plátano, laurel, y tantas y tantas otras variantes de plantas, pero a su vez de tan marcados aromas que se podían diferenciar entre sí.

   Gloria estaba segura de poderlos enumerar uno a uno cada mañana, y como cada amanecer, al tiempo que perfumaba sus pulmones con tan extenso abanico de esencias, resurgían en ella todos esos pensamientos que, desde hacía ya un año, le recodaban que vivía en un pueblo.

   La sangre hervía en todo su interior, sangre fresca, nueva, pero en su más álgido punto de ebullición. Contaba los pocos meses que le faltaban para cumplir los 18 años, como un soldado cuenta los días para jurar bandera. Tendría la mayoría de edad y seguiría encerrada aún en aquellas cuatro paredes, y en aquel terreno amurallado que se presentaba ante sí como un pueblo.

SALIR DE CASA

   Le daba igual que los extranjeros y los pocos visitantes que llegaban a él, realzaran lo pintoresco y acogedor del lugar. Ella se decía, “claro, eso es fácil decirlo cuando se viene de vivir en el mundo real y de repente se hace uno un viaje a la prehistoria”.

 

En su interior reconocía que exageraba, pero la obsesión por salir de aquel sitio era superior a ella.

 

   Conocía los inconvenientes de quedarse sin los actuales amigos, el tener que independizarse de sus padres, esos que siempre le tenían un plato de comida en la mesa, esos a los que arrimarse cuando uno esta hundido, esos que no preguntan y siempre dan. Era consciente de que ahí afuera estaría sola. No se imaginaba aún cuan sola se encontraría tantas veces, aunque ahí a fuera, como ella lo llamaba, existiera una multitud de gente.

Para ese entonces Gloria ya tenía novio, no era tanto lo que fuese o como fuese, era una de las pocas maneras, por no decir la única, de salir de allí. Casarse y coger rumbo a la capital, irse a vivir fuera de las huertas, de los animales, no todos de cuatro patas, según lo veía ella. David tenía fama de haber amasado, si bien no una fortuna, sí lo suficiente como para celebrar una gran boda y buscar un buen lugar donde vivir en la civilización.

   Un año después se encontró casada con un señor al que no amaba: y la que seria luna de miel pasó a ser un amargo pastel difícil de digerir. Había logrado salir de casa, realmente sólo salio de una casa para entrar en otra. Había cerrado una puerta y abierto otra casi o más cruda que la anterior.

   Al cuarto mes de estar casada, un marido celoso y acaparador le impedía moverse menos de lo que antes lo hacía.

   Romper con todo aquello le fue enormemente difícil, porque ello conllevaba regresar a casa de mama y papa, y admitir que se había equivocado.

   Lo que no se imaginaba era que, realmente no lo hacia al volver, verdaderamente lo había hecho el día que salió de ella.

   Pero su sangre continuaba hirviendo, y ella tenia de todo menos miedo, aunque tendría que haber tenido miedo a si misma. Ella sería su peor enemigo, todos sus cortos e impulsivos pensamientos no la dejaban reaccionar con madurez y cordura.

   Tenía todo un mundo donde conseguir vida, donde recoger calor y amor.

Sólo nueve años después lo halló en el amor de su hija. Fue entonces, sólo entonces, cuando comprendió, que lo importante en esta vida es: ser para alguien el mundo, y encontrar a ese ser que sea todo tu mundo, estés donde quiera que ahora estés.

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